Leyendo libros: Los años de espera

Los años de espera
Fumiko Enchi 


Traducción: Keiko Takahashi y Jordi Fabla
Edición: 2013, Alianza Editorial
Páginas: 256
Novela, Drama, Costumbrismo 
PVP: 10, 93 € (tapa blanda)

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Obra de Utagawa Toyokuni (XVIII)
Fumiko Enchi, destacada autora tokiota, publicó en 1957 esta novela, con la que ganó el premio Noma. La acción arranca en Tokio, a finales del siglo XIX, época de la apertura de Japón con la restauración Meiji. Hasta la capital se ha trasladado Tomo con su hija por encargo de su marido, Yuritomo Shirakawa , un alto funcionario municipal perteneciente a una familia de renombre. El encargo es nada menos que comprar a una muchacha para que sea la amante de Yuritomo. La escogida será Suga, una chica tímida de 15 años, a la que pronto se unirá Yuri. Con el tiempo, otra mujer, Miya, entrará en escena...

El título original de esta novela es Onnazaka (女坂), La colina de las mujeres, y hace referencia a la residencia de la familia Shirakawa, donde Yuritomo vive rodeado de mujeres. En esta mansión, Enchi nos presenta, con una prosa cuidada y medida, la vida cotidiana de las mujeres que habitan en ella. Se centra principalmente en Tomo, la esmerada señora, educada de la forma más tradicional, que debe velar por los intereses de la familia y mantener su buen nombre, a pesar de que el marido y señor, Yuritomo, no lo ponga fácil con sus desatenciones al patrimonio y sus vicios.



Dos mujeres bajo un sauce,
de Torii Kiyoyama
Los años de espera es una obra reivindicativa, que señala la injusticia a la que se ven sometidas las mujeres del Japón de la época de la autora, relegadas a papeles de esposa, madre y amante, sin posibilidad de desarrollarse no solo profesionalmente, sino personalmente. Mujeres atrapadas en una jaula de oro que, si bien son víctimas de celos y traiciones entre ellas, no pueden sino perdonarse o, al menos, comprenderse, apoyarse, e incluso admirar a sus compañeras. Al fin y al cabo, de un modo u otro se encuentran todas en una situación similar.

No me atrevería a catalogarla como novela feminista, pero desde luego sí que es muy femenina, con personajes femeninos muy bien construidos y desarrollados, pues cada una de ellas tiene su propia voz y sabe hacer que su historia te conmueva, inclusive la frívola Miya. En contraposición, Yuritomo y su hijo carecen de desarrollo y es imposible empatizar con ellos, mostrándose, de alguna manera, como los villanos, los carceleros de estas mujeres, compendios de vicios y debilidades que no pueden provocar otra cosa más que rechazo, pues son, quizás, la encarnación de una sociedad hipócrita y represiva que no permite a la mitad de la población florecer. De hecho, el atractivo físico del señor de la casa no deja de mostrar cierto paralelismo con dicha hipocresía: de puertas para fuera parece bello y equilibrado, pero oculta una faceta oscura y repugnante.


Obra de Utagawa Toyokuni, siglo XVIII

Otro personaje que hay que mencionar no es otro que la casa en la colina, el hogar de los Shirakawa. al igual que  Yukitomo, noto en esta mansión una representación de la sociedad japonesa: construida al estilo tradicional, seguramente sea una casa señorial digna de admirar, pero sus muchas habitaciones y pasillos transmiten una sensación de ahogo y de desorientación. Y la colina que hay que subir para llegar a ella te hace sentir el peso y la desesperanza que conllevan formar parte de la familia Shirakawa, el dolor y la falsedad con los que ellaso se ven obligadas a coexistir. La mansión te asfixia y aprisiona, igual que ha atrapado a las féminas de la novela. En cierto modo, me recuerda a Nada, de Carmen Laforet y la película La doncella, de Park Chan-wook.

Mujer esperando la salida de la luna, de Shoen Uemura

Los años de espera es un grito de libertad y esperanza, de solidaridad, de personajes femeninos interesantes y bien construidos. Aunque su lectura no está exenta de dolor y malestar, también está repleta de sensibilidad y pasión.

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